El Ojo Subversivo mira como loco. Habla como loco. Tiene miles de palabritas para regalar. Se acobarda sólo de vez en cuando. Éste es El Otro Ojo, o bien: lo que pasa cuando El Ojo Subversivo cierra la boca, agarra los lápices y se pone a jugar. Veremos qué pasa (y también, qué ha pasado).